lunes, 15 de julio de 2013

Uruguay es vicecampeón del Mundial Sub 20

Foto: Aguante La Celeste

En 1997, cuando la selección de Uruguay dirigida por Víctor Púa culminó con el vicecampeonato en la Copa del Mundo Sub 20 disputada en Malasia el pueblo uruguayo salió a exteriorizar su reconocimiento en las calles. En 2013, ¿hay motivos para reaccionar de forma diferente? ¿estos gurises tienen menos méritos que aquellos? ¿jugaron para ilusionarnos de la misma manera?

La respuesta: lograron el mismo sitial que aquella generación, jugaron en forma menos vistosa pero estuvieron más cerca del objetivo final. 

La estrategia más efectiva
Con un planteo similar al de la selección mayor de Uruguay, el equipo de Juan Verzeri planificó sus partidos a partir de un esquema defensivo, gran sacrificio colectivo y búsqueda de ataques rápidos para vulnerar a los rivales. Tras un minucioso análisis de cada oponente, el entrenador generó una estrategia oportuna y estimuló a los jóvenes para llevar las ideas a la práctica, con amor propio y sentido de responsabilidad colectiva. 

Guillermo De Amores, en el arco, fue garantía durante todo el campeonato. Tal vez queda en el debe un segundo de tardanza ante el tiro libre de Irak, excelentemente ejecutado. Salvó los juegos ante España, el conjunto irakí y Francia con actuaciones brillantes y se consagró como el mejor golero del campeonato. En el futuro tendrá su revancha con los penales —suerte y verdad—.

La línea de cuatro, integrada generalmente por Gianni Rodríguez, José Giménez, Guillermo Varela y Gastón Silva fue la menos vencida del campeonato, con un funcionamiento muy similar al de la selección de Tabárez en sus mejores tiempos —Copa del Mundo Sudáfrica 2010—. Giménez, en especial, se ganó un lugar de privilegio en la consideración del público uruguayo por la entrega que demostró en cada partido.

El mediocampo se caracterizó por el sacrificio, especialmente de Federico Gino y Sebastián Cristóforo en zona central —bien al estilo de Diego Pérez y Arévalo Ríos— y la capacidad ofensiva de Diego Laxalt y Leonardo Pais, preferentemente hacia alguna de las bandas. 

En ofensiva, Giorgian De Arrascaeta, digno ejemplo de volante-delantero habilidoso y creativo y Nicolás López, típico número nueve goleador y habilidoso, similar en su juego a Luis Suárez. El estilo de juego defensivo una vez más privó de ver a más jugadores bien dotados técnicamente juntos en el campo de juego, no obstante, Felipe Avenatti, con su potencia, Gonzalo Bueno, a pura velocidad, y Diego Rolan, habilidoso por sobre todos los atributos, también demostraron sus virtudes. En menor medida, Ruben Bentancourt, aunque también se dio el gusto de convertir en el Mundial.

Una final casi conquistada
El último encuentro, ante Francia, fue motivo de crónica e imágenes que se podrán repasar por la eternidad. Uruguay jugó bien, planteó un trabajo defensivo acorde a las exigencias del rival, lo neutralizó durante buena parte de juego y generó más oportunidades de gol. Lamentablemente, no logró conquistar el tanto de la gloria. Para el recuerdo quedarán dos oportunidades de Nicolás López, una sobre el final del primer tiempo a pura intuición del delantero que robó una pelota a la defensa rival y disparó ante la salida del arquero francés, que desvío con su pierna derecha. La otra, sobre el final del tiempo reglamentario, con un tiro desviado cuando llegaban dos compañeros para definir.

También tuvo dos oportunidades claras Felipe Avenatti, en ambas llegó demasiado exigido y sus remates fueron tapados por el arquero, casi en situación de "mano a mano".

Para el recuerdo queda el buen ingreso de De Arrascaeta, las lesiones de defensas que impidieron hacer cambios ofensivos y el tiro libre que ejecutó contra la barrera Olaza, pese a que lo más indicado hubiera sido que el Giorgian ejecutara la falta.

Uruguay fue realmente elogiable, capaz de sensibilizarnos, ilusionarnos y enorgullecernos. En el futuro, seguramente tendremos nuevos momentos de admiración para estos muchachos y, porque no, para este entrenador.

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