Foto: AFP, portal de la FIFA |
Los primeros partidos para soñar
En el inicio de su participación en el Campeonato del Mundo, el conjunto dirigido por Juan Verzeri enfrentó a Croacia y fue derrotado 1-0, pese a generar más situaciones de gol que su rival. Después, derrotó fácilmente a Nueva Zelanda, 2-0 —goles de De Arrascaeta y López—, y a Uzbekistán, 4-0 —tantos de López, dos de De Arrascaeta y uno de Bentancourt—para acceder a la fase de octavos de final.
En partido eliminatorio, derrotó a Nigeria 2-1, con dos goles de Nicolás López, el segundo de los cuales rememoró la “picada” de Sebastián Abreu en el Mundial de Sudáfrica 2010, justo el día que se cumplían tres años de esa definición por penales entre Uruguay y Ghana —casualmente, otro rival africano—.
Primera victoria oficial frente a los españoles
En cuartos de final, contra España —invicto de larga data y representante fiel del estilo de juego que llevó al fútbol de ese país a ocupar los principales sitiales internacionales—, Uruguay desplegó la estrategia que le ha permitido acceder a mejores resultados: esperar, marcar con disciplina y solidaridad, y aprovechar la riqueza técnica de sus delanteros. Como era previsible, los Celestes dominaron menos tiempo el balón, se empeñaron en evitar avances peligrosos de España y encontraron los espacios justos, en pocas ocasiones, para llegar al arco rival.
Así finalizó el tiempo reglamentario y llegaron al alargue La última jugada de los noventa minutos, un cabezazo de Diego Rolan, pudo terminar en gol, pero un gran esfuerzo del arquero Daniel Sotres, lo evitó en una incidencia en que el guardameta terminó lesionado tras golpear contra uno de los palos. En tiempo suplementario, mediante la misma táctica, centro al primer palo, llegó el tanto de Uruguay. Una anotación que será reiterada infinitamente por los medios de nuestro país, con la curiosidad de que la conquista fue efectuada por el jugador más alto del torneo, Felipe Avenatti, quien justamente ingresó con esa misión: ganar en el juego aéreo.
El córner ejecutado por de De Arrascaeta derivó en un golpe de cabeza del corpulento número nueve en una incidencia entrenada por los futbolistas uruguayos por orden de su entrenador —pese a que pocas veces se le reconocen los méritos y habitualmente se difunden críticas de su gestión—. Desde el minuto 8 del primer tiempo extra, la Celeste volvió a demostrar aplicación en la marca y conquistó la clasificación a semifinales, algo que el fútbol de Uruguay ya había logrado en 1977, 1979, 1997 y 1999. ¡Ojalá está vez se cumpla la ilusión de ser campeones!, de lo contrario, la actuación será, igualmente, memorable.
Crónicas del partido de octavos de final
Antecedentes de esta generación
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