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Pese al cúmulo de virtudes de este equipo y del mérito de director técnico en la conformación de un plantel estable y prácticamente invariable en función de la regularidad de sus integrantes, en Uruguay hay periodistas deportivos, formadores de opinión, que insisten en que hay que cambiarlo todo. Se empeñan en pedir que Lugano no integre más el plantel, cuando en realidad es claro que le quedan algunos años para terminar este ciclo; en que Forlán ya no puede jugar, aunque sigue siendo emblemático, al menos con intermitencias o incluso entradas durante el partido; y en que Cavani no rinde como en Italia, desconociendo el mérito que tiene por jugar fuera de su puesto habitual, con sacrificio, entrega y calidad para generar juego ofensivo, también, últimamente, con goles muy importantes —contra Ecuador en el Centenario, Venezuela en Puerto Ordaz y Brasil por la Copa Confederaciones—.
En conclusión, sería esperable que alentáramos a este equipo, reconociéramos sus virtudes y, por sobre todas las cosas, disfrutáramos de este regalo que el fútbol le brinda a un país tan pequeño como Uruguay. No hay dinero, cantidad de habitantes, ni poderío político que pueda quitarle a un pueblo pobre y luchador como el uruguayo, la alegría de sentirse equiparado, al menos en algo, a las grandes potencias del mundo. Escribir una crónica sobre el partido que vimos todos, contra Brasil, no tendría sentido. Les adjunto una, que a mi gusto, reseña muy bien lo que aconteció en la semifinal en que la Celeste cayó con dignidad.
Crónica El País de Montevideo
Crónica Tenfield
Crónica El Espectador
Declaraciones de Óscar Tabárez en conferencia de prensa (El Espectador)